ANALES DE LITERATURA CHILENAAño 2, Diciembre 2001, Número 2, 103-119
EL REALISMO ARTÍSTICO DE LA HECHIZADA
Muy bien este trabajo pudo admitir otras maneras de ser presentado al lector.
Sin embargo, nuestra percepción de la novela del Fernando Santiván nos sugiere laimagen de una fuerte unidad en la concepción de esta obra y un estrecho vínculo conel momento histórico de su publicación. La característica dominante en el espectrode la novela chilena en las dos primeras décadas del siglo pasado, la identifica suabundante productividad y la tendencia –o más de una– a dirigir el camino de lanarrativa hacia una reflexión que enfatizara el tipo de realidad en relación con elhombre, la naturaleza y las circunstancias históricas. Estas se orientan a dimensionarla representación del espacio, específicamente el ámbito rural de la vida en Chileescasamente considerado como tema novelable en nuestra literatura. Un grupo deobras chilenas comienza a imponer un tipo de relato y un modo de novelar que yaentraba en discusión con otras modalidades narrativas en el momento específico desu vigencia. Nos referimos al mundonovismo y a la visión plena que este movimien-to sugiere para afirmar la imagen de América. El propósito de Francisco Contreras alcrear este término fue buscar una nueva orientación al “americanismo” literario einvitarnos a reflexionar acerca del sentido verdadero que tiene para nuestra imagende mundo el continente1. Es perceptible su llamado a discernir las particularidadesde una identidad más compleja y profunda en relación con la visión del escritoramericano. En este sentido, el ensayista y poeta chileno tiene en cuenta la necesariaincorporación a la novela, no de tipos tales o cuales, sino a un modo de ser o deconcebir la realidad cotidiana y a la vez lo extraño y deslumbrante que un continente
1 Contreras, Francisco. El Pueblo Maravilloso. Proemio, en José Promis, Testimonio ydocumentos de la literatura chilena. Santiago: Nascimento, 1977.
como el nuestro tiene de inexplorado en el campo de la creación novelística. La pers-pectiva naturalista fue uno de los instrumentos que abrió los márgenes de compren-sión de la realidad a través de su conocido modelo orientado bajo alero de la cienciay regulado por la estricta apreciación de lo real verdadero. La pregunta que surge,particularmente en los escritores mundonovistas acerca de este tópico, fue qué aspec-tos de la visión total del continente debían ser considerados en sus creaciones.
La profusa disparidad de leyendas, tradiciones y costumbres, tipos y escena-
rios, pareció ser lo más consistente de este conjunto de imágenes. Y de esa dispari-dad nace la convergente fuerza de lo inexplicable, una suerte de inefable dimensióndel espacio americano, reductivamente obviado por la novela urbana. Estos asuntosno se manifiestan solo en la objetividad comprobada de modelos de conocimientocomo el naturalista, sino en indagaciones exploratorias que calan con plena origina-lidad en la intrincada variedad del mundo, alcanzando al reconocimiento de la vidacomo ciclo natural, la significativa presencia del mito y la sugerencia poética dellenguaje. La extensión que abarcan las ideas de Contreras en sus ensayos es unsíntoma generacional que implicó una apertura considerable en el perfil de la narra-tiva de Hispanoamérica. Ajeno al tono de la polémica, el Proemio es un afirmativoensayo de recuperación de un arte autóctono en los temas y el modo de novelar. Desde la posición de Contreras se abre además un camino necesario para compren-der la singularidad de nuestra conciencia artística y de la función del escritor.
Las novelas ejemplares hispanoamericanas y las del naturalismo en su desa-
rrollo epocal2 afirman más taxativamente lo que compromete al arte narrativo y a sudesenvolvimiento, con los niveles de comprensión que las variadas expresiones demundo tienen para nuestra visión de América. La crítica inmediata y posterior a losaños veinte fustigó la postura estética de estos escritores ante la recurrente incursiónen temas vernáculos como significado propio de la vida americana. En el ámbitonacional, los juicios de Salvador Reyes, Manuel Rojas, Vicente Huidobro, Juan Emary sucesivamente los escritores de generaciones posteriores, desvaloraron la atribu-ción documental o la tendencia “criollista” –término de abierta indiscriminación es-tética– y participaron polémicamente desde sus propias posiciones en relación con
2 Vid. Marinello, Juan, “Tres novelas ejemplares”, Sur, 6-16 (1936); Latcham, Ricardo, etal., “Historia del criollismo”, en El criollismo, Santiago: Universitaria, 1956; Goic, Cedomil, “Generación de 1912”, en Historia de la novela hispanoamericana. Valparaíso: Ediciones Universitarias, 1972. También “La Novela Modernista y ‘Las Novelas Ejemplares de América”, en Historia y crítica de la literatura hispanoamericana, 2, Del romanticismo al Modernismo. Barcelona: Editorial Crítica, 1990.
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el valor artístico de la literatura y la poesía3. Sin embargo, la naturaleza avasallantey el hombre sumido en un opuesto orden dual de regularidades, conducían la opciónartística hacia el dominio de la razón y su sumisión en ella o al encanto envolvente ypeligroso de lo natural. Los ejemplos en el cuento y la novela abundan y las figurasmás prestigiosas de ese momento sometieron a su arbitrio estético este conjunto detemáticas.
En la narrativa chilena mundonovista, Mariano Latorre, Eduardo Barrios, Joa-
quín Edwards, Pedro Prado, entre un grupo muy significativo de narradores, diseñanun panorama crítico de la vida urbana y campesina, bastante más enfatizado que laspropuestas en la tradición romántica. En este grupo, Fernando Santiván es figura desimilar relieve y su obra contempla una variedad de escritos narrativos, ensayos ymemorias, curiosamente éstos últimos, sus libros más extensos. En conjunto, sonuna muestra de la regular insistencia del autor por presentar literariamente lo que suexperiencia personal dejó en sus observaciones acuciosas, especialmente sobre lasagudas limitaciones de los ambientes rurales, condición impuesta por la tradiciónrealista y medida de la veracidad de los propósitos de su escritura.
La recepción crítica fue ampliamente favorable al momento de publicación
de La hechizada (1916). Casi todos los juicios alabaron a ésta como la mejor noveladel escritor y en el total de su producción es la obra que cuenta con mayor número deediciones, incluyendo traducciones al alemán e inglés. Nuevas críticas con motivode homenajes y la muerte del autor afirman la valoración permanente de la cual hasido objeto4.
3 Sobre este tema, vid. Promis, José, op. cit. “Época contemporánea”, los ensayos de Salvador
Reyes, de Manuel Rojas, de Vicente Huidobro y Claudio Yaconi. De Juan Emar sus “Notas deArte”, en Emar, Jean, Escritos de arte (1923-1925). Santiago: Dirección de Bibliotecas y Museos,1992.
4 Por ejemplo, Eduardo Barrios “ve en ella una pequeña obra maestra”, Las Últimas Noticias,
5 de diciembre de 1916. También alaban la obra desde distintas apreciaciones, Armando Donosoen Zig-Zag, 9 de diciembre de 1916, Emilio Vaisse en El Mercurio, 11 de diciembre de 1916,Inés Echeverría (Iris) en El Mercurio, 7 de diciembre de 1917. Alone en Panorama de laliteratura chilena durante el siglo XX. Santiago: Nascimento, 1931, p. 75afirma a su vez que“bajo la influencia de Iris, escribió Santiván su obra maestra ‘La hechizada’, novelita campestrellena de figura y de gracia”. Raúl Silva Castro, en Panorama Literario de Chile, Santiago:Universitaria, 1961, destaca como aspecto resaltante la observación de las costumbres y elconflicto sicológico presentado. Citados por Helene Tzitsikas en Fernando Santiván. Humanista
Afecta al síntoma generalizado de su época, la ideología estética de Santiván
es concordante con la de sus coetáneos generacionales y los principios de la escuelanaturalista. En uno de sus escritos personales, la tendencia a la autovaloración so-cial, de tan fuerte arraigo en nuestra mentalidad hispana, revela junto con su devotapero gentil observación acerca del valor étnico de sus antepasados, la razón quefunda los principios de su propia mirada como individuo y los modos de interpreta-ción que rigen su literatura. En Confesiones, anota a propósito del prestigio de sudescendencia hispana: “Dice una vieja teoría que somos el producto de herencias yatavismos (…) Heredamos miles de personalidades diversas, que aparecen según lasreacciones provocadas por las circunstancias. Cualidades contradictorias aparecenen el lienzo de nuestra vida, proyectadas por la máquina cinematográfica del pasa-do, desde la obscuridad y el misterio”5.
Algo de la verdad del daguerrotipo se mezcla en zonas de misterio y confu-
sión, probablemente acentuadas por el conocido temperamento “sanguíneo” deSantiván, y sus convicciones vinculadas a las tendencias dominantes en la estéticarealista de fines de la novela moderna. Esta es una de las señales importantes quedeja ver en sus novelas y como hecho sustantivo en La hechizada. Nuestro propósitoes observar concordancias generales con los conceptos de Francisco Contreras y elmundonovismo hispanoamericano, de especial relieve en la obra que nos ocupa, eideas de Santiván acerca de su modo de abordar el fenómeno literario. No está de-más decir que el juicio reciente concuerda, en sentido amplio, con la ideología natu-ralista y lleva al escritor a situarse en el vaivén de vida y creación, asunto que no esuna tendencia tímida en los momentos en que publica sus obras.
Sin embargo, la apertura de esta novela a una consagración no común en el
relato chileno la constituye su artística brevedad. No es La hechizada un cuentolargo y, por otra parte, no se asienta el discurso en el rigor explicativo que consagróla literatura naturalista. El conocido recurso que identifica al conocimiento de laciencia o la razón y que requiere de las concebidas explicaciones del modelo, estápresente de manera aparentemente tangencial en esta obra, aunque afirmativamente
y Literato. Santiago: Nascimento, 1971. Esta autora, por su parte, destaca el lirismo de lanovela y “el fondo del problema sicológico de sus protagonistas” (pp. 113-114). Otrasapreciaciones ponderativas han seguido apareciendo respecto de la obra de Santiván y de estanovela en particular, con motivo del la recepción del Premio Nacional de Literatura obtenidoen 1952 y su muerte ocurrida en 1973.
5 Santiván, Fernando. “Confesiones de Santiván”, en Obras Completas de FernandoSantiván. Santiago: Zig-Zag, 1965, tomo II, p. 1544.
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se aleja del tipo de narración documental que recorre buena parte del realismo hispa-noamericano6. La hechizada, una de sus novelas breves, es la más “literaria” de las narracio-
nes de Santiván. Su vínculo con el espacio campesino fue una afirmación si se quie-re novedosa como tema y visión estética en la novela de Hispanoamérica, teniendoen cuenta la fecha de su primera edición. Al momento de publicarse, se observa algomás que un simple adelantamiento en relación con otras novelas de la tierra, en elcontexto de su propio marco histórico de producción y especialmente a partir de laespecial característica de novela corta que la identifica. El discurso de La hechizadaestá matizado de voces directas, alternativa que sitúa en partes importantes del rela-to, en un plano secundario, la perspectiva secular del narrador omnisciente. Artificioque exige modalidades discursivas tímidamente desarrolladas por la novela chilena,mezcla de variadas formas indirectas y escénicas. Casi en lo inmediato, Latorre haráde éste un recurso adecuado para su novela más destacada, Zurzulita (1920). Santiváncrea una verdadera nouvelle y aprovecha en beneficio del lector, percibir otro tipo deescritura que comienza a aparecer en algunas narraciones mundonovistas. De hecho,no existe un sujeto que sustente el discurso fundamental de manera dominante, comoocurre con el narrador clásico de la narración decimonónica. El lector penetra en elconflicto de la historia a través de un dialogismo continuo, que entrega puntos devista parciales y convierte a buena parte de esta obra en el desiderátum orteguiano dela novela como género presentativo, es decir, escénico. Siguiendo el cuidadoso ri-tual de la novela con estructura lineal, Santiván introduce al comienzo del relato alos personajes, Baltasar el protagonista, junto a su anciana tía, dueña de las tierrasque visitan. Queda establecido, además, un hecho recogido de la historia: la señoraes heredera de antiguas familias, se supone de la más rancia tradición hispánica. Susobrino, un extraño en el mundo, actúa como previsor de la preocupación familiarpor la herencia de las tierras ante la avanzada edad de Dolores.
La disposición exhibe los clásicos antecedentes experimentales naturalistas en
La hechizada, a través de breves presentaciones del narrador y del diálogo simbólico
6 Las novelas epocales están afirmadas en el “documentalismo” que las identifica, y
configuran narraciones que muestran a la sociedad en su particularidad histórica y la transitoriedad de los hechos, válidos para su circunstancia específica. En la novela chilena adoptan esta característica las obras más destacadas del realismo blestganiano, las novelas de Luis Orrego Luco, especialmente Casa Grande, las de Joaquín Edwards Bello, El Roto y La Chica del Crillón. En las últimas, su carácter documental está explícitado en los prólogos respectivos. Éste es uno de los rasgos identificatorios de la novela moderna. Vid. Goic, Cedomil, La novela chilena. Los mitos degradados. Santiago: Universitaria, 1968, caps. I a V.
que sustenta doña Dolores, personaje presentado como una figura de excepción,identificada por su presencia matriarcal.
“Riquísima en otros tiempos, halagada por la orgullosa aristocracia de un pue-
blo tan antiguo como la patria misma, conservaba de su pasada grandeza un nombresonoro como vieja moneda castellana, algunos bienes inmuebles en la ciudad y doso tres propiedades de campo, abandonada al pillaje de mayordomos y administrado-res sin conciencia.
La pobre tía Dolores, en medio de las reliquias suntuosas de sus amplios salo-
nes, que en la época de la Colonia y en los primeros años de la Patria se llenaron conlas risas de las mozuelas y los madrigales de sus galanes, paseaba su muriente es-plendor con la resignada dulzura de una reina caída en desgracia” 7.
En la presentación de la novela se unen dos formas de conocimiento, el del
narrador respecto de la vida rural y el de Dolores acerca de las condiciones atávicasque pesan en la familia. La señora advierte a Baltasar del destino aciago de un ante-pasado “a quien lo perdió su fantasía” y murió loco por penas de amor, recordándolede paso, respecto de los cuidados de su impetuosidad, alegre pero un tanto descon-trolada. Este antecedente responde al recurso típico de la anticipación narrativa ydeja en pie la posibilidad de un destino similar en un personaje que enfrentará elmedio sin los recursos del conocimiento ni los de la previsión hecha por la anciana. A su vez, la historia de la estirpe familiar recuerda épocas antiguas con el valor de unillo tempore regulado y armónico, contrapuesto al de la degradada edad actual. Estaperspectiva domina en la obra y deja paso a los modelos de interpretación queimpone la tradición moderna y, en especial, el mundonovismo chileno.
Una serie de claves interpretativas da rigor a la estructura novelesca con que
Santiván construye esta obra. La nouvelle exhibe las características de un discursomítico poético y responde al “mito infartado en la historia”, mito degradado querompe el prestigio de las formas, ilusoriamente arquetípicas, de los “otros tiempos”. En breve síntesis, el discurso inicial refiere al proceso transformador de la historia yaniquilador de un mundo irremediablemente perdido (se habla de los robos y despo-jos a la hacienda) coincidente con la propia naturaleza humana, solitaria, sin descen-dencia de Dolores. En este sentido, algunos rasgos de la perspectiva modernistaestán presentes en la narración de Santiván8.
7 Santiván, Fernando. La hechizada. Santiago: Nascimento, 1974, p. 26 (Prólogo de Mariano
8 Vid. Goic, Cedomil, “La Novela Modernista y las ‘Novelas Ejemplares de América’”,
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La hechizada sigue el curso clásico de una historia de amor imposible. Diver-
so al engañoso entusiasmo que lleva al campo a Mateo Elorduy, protagonista deZurzulita, Baltasar no tiene del espacio la imagen de una tierra de promisión y no caepresa del desencanto temprano que la experiencia provoca en el personaje de Latorre. Animado de ímpetu juvenil, tampoco siente el peso de las reconvenciones de su tíaque, en verdad, pueden tener efecto más inmediato en el lector por las deduccionesinferibles a lo largo del conocimiento de la historia, aunque un dejo de inquietud secierne en la conciencia del personaje. Baltasar al conocer a Humilde, cae presa delhechizo de una joven hermosa y enigmática, y sufre la transformación interior quemodifica su visión de la realidad en tanto la joven se muestra sometida a la duda y eldesencanto. En este nivel, la novela acusa una desusada exposición discursiva. Larelación de ambos personajes abre la historia a una serie de escenas directas y undiálogo alternado con la presentación del espacio en las variedades de la vida vege-tal, animal y humana. Lo destacable a partir de los antecedentes introductorios y lallegada al fundo “Las Pataguas” es que el relato recurrirá a las clásicas formasperfectiva y de tiempo presente, reforzando con esto la inmediatez de la modalidadescénica. Sin transición visible, el discurso hará uso de ambas modalidades, ajeno ala posibilidad de identificar el recurso de la narración enmarcada, puesto que la his-toria está sujeta al continuum lineal de los acontecimientos. No obstante, hay unproceso de conocimiento que focaliza a Baltasar y lo guía por el camino de la reali-dad campesina. Su acompañante Juan Ramón, un avisado joven del lugar, hará deinformante y consejero de los “secretos” de la existencia del medio. En concreto, elinterés de Baltasar por Humilde será tema en los diálogos de ambos y con ello laaparición de un nombre, Saúl, personaje que actúa entre sombras y abiertamenteelusivo en cuanto a su conocimiento directo en la acción, pero de peligrosa e impe-rativa presencia en el lugar. Saúl no parece ostentar la imagen característica delgamonal o cacique, aunque manifiesta los rasgos de un supuesto criminal con podersobre las conciencias de los lugareños. El objeto del deseo manifiesto en este perso-naje es Humilde y también su dominio del lugar. Juan Ramón, por esto, informa aBaltasar del riesgo de asediar a la mujer. Más de alguien ha sido asesinado, sinevidencias comprobables de la autoría, y esto teje otro halo de misterio acerca delpoder de una fuerza subrepticia, que al fin y al cabo pasa a constituirse en una evi-dencia sin el rigor de las pruebas concretas. Un continuo rumor sobre lomalévolamente oculto pesa sobre la novela. Sin embargo, Baltasar y Saúl represen-tan algo más que la rivalidad en el amor, dado que son la expresión de dos fuerzasopuestas signadas por la identidad que les concede el medio citadino y rural en am-bos casos.
Aunque los extremos de esta proposición parecen excesivamente excluyentes,
es notoria la relación entre los opuestos asumida extrañamente por la personalidadde Humilde. Este personaje llega a constituirse en el eje central de la historia. Mues-tra un conocimiento del mundo natural que afirma la parte vinculada a ella a eseuniverso de regularidades vitales, y del que surge una comprensión posible de larelación hombre mujer y del poder de uno sobre otro. En la escena en que junto aBaltasar, observa y comenta la vida y comportamiento de las palomas, un dejointerpretativo que sucede a los ritos animales deja ver muchas variantes y su simili-tud con modalidades de la existencia humana. El afecto, las disputas, el celo entrelos animales, la soledad de una paloma “que se me imagina desgraciada como yo”son la tónica de estas visiones que recaen en la conciencia perturbada de Humilde. Baltasar invita a modificar el estado interno de la muchacha y sugiere un primerasedio amoroso, obviado por la invitación de ésta a conocer la vida de las abejas. Elmomento es un breve remanso en la novela, en particular porque desde la voz de lospersonajes surge la experiencia de la vida natural en el calor y el aroma de las edénicasflores que circundan el espacio. Algo más que las clásicas sinestesias de otros relatosnaturalistas ocurre en la impresionista percepción de Baltasar, animada por el calorradiante, la presencia sugerente de Humilde y el grado creciente de expectativas queexaltan sus pretensiones amorosas. Con visión objetiva y conocedora, la campesinasienta su dominio sobre el medio y advierte a Baltasar del riesgo a que se exponenlos extraños ante los insectos. Remarca el drástico dominio de la hembra sobre elzángano y si Humilde (y la novela) interponen al lector un juego de relaciones equi-valentes entre hombre y naturaleza, la consecuencia implica que la figura de la hem-bra tendería a supeditar a la del macho. Se opone además el conocimiento vivencialde la joven al de Baltasar, quien “por los libros” manejaba los antecedentes de loque, encantado, escucha de labios de Humilde. Esta cae en breves confidencias so-bre su vida y la visita y paseo de campo se transforman en un prolongado y pletóricoorden de experiencias para el joven en el insospechado camino de su exaltaciónamorosa. Por cierto que la advertencia de la mujer termina mostrando un primerefecto de la agresividad del mundo, en medio de la exaltada imaginación de Baltasar,al ser picado por una abeja. El recuerdo al lector advierte de aquella subrepticiamirada que como aguijón se clavó en el camino a “El Pantano”. Con evidencia, ésees el otro y más drástico peligro revelado en la presencia amenazante de Saúl. Elsignificado de esta analogía es claro, sin embargo, no tanto el sentido definitivo en lacomprensión de la vida humana y el mundo animal que propondría la joven campe-sina, considerando la exaltada ponderación hecha acerca de la inteligencia de lasabejas y su dominio sobre el macho. Es posible que este hecho encierre la añoranzade Humilde de la reclusión en el mundo no menos misterioso de la vida monacal,
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probable elusión a la acechante experiencia de su vida en “El Pantano”. La idea seconfirma al participar en el atardecer en un paseo familiar a la era de trigo. Humildecanta una tonada que claramente alude al propio padecimiento y soledad por desen-cantos amorosos. La pasión de Baltasar lo lleva a un silencioso diálogo interior comorespuesta a los motivos que esgrime la tonada y que se sienten asumidos por Humil-de. La extraña forma de comunicación teje un manto de dudas en Baltasar y en suíntima reflexión exalta su vertiginoso enamoramiento. Sin transición el discurso com-bina tiempos pasado y presente, introduce descripciones y pensamientos del narra-dor acerca de la escena, con la permisiva alternancia de estilos indirecto e indirectolibre, dando relieve a una modalidad casi desconocida en la novela chilena en eljuego de focalización y distancia que suponen dichos quiebres. El fenómeno se per-cibe a lo largo de toda la obra, ordenada sin estructura capitular, con espacios enblanco tras cada unidad temporal o espacial. Este rasgo insólito del discurso caracte-riza la singularidad de La hechizada en el nivel de su expresión artística y supera elcaracterístico rigor del discurso decimonónico, al romper una norma canónica en lanarración y modificar la presencia del narrador de toda la tradición moderna9. Lasconsecuencias no son solo perceptibles en el curso lineal de la historia. La vueltarecurrente al tiempo presente acentúa en cierta medida los límites de previsibilidaden las expectativas del lector, y aunque el código naturalista suele establecer lassanciones características al personaje temperamental e inocente en su conducta enrelación con el medio, la historia gira directamente en torno a la realización posiblede un amor que no acierta a tomar el curso de su resolución definitiva. Una razón esel enigma de la aparición en escena del rival en amores, declarado solo por la pers-pectiva que maneja Juan Ramón.
El pasaje que comentamos y otros encuentros entre los protagonistas atraen
como tema, la sumisión de la paloma ante el gavilán. La visión surge de la concien-cia de Baltasar, quien intenta salvaguardar la independencia de la mujer como ínti-ma prueba de su precavido amor. El depredador es quien impone su fuerza ante lavíctima y de este modo, en el juego íntimo de estas “convenciones” naturales se
9 La introducción del estilo indirecto libre, junto con modificar el juego de focalizaciones,
produce la natural “liberación” de la perspectiva del narrador para intercalar la de los personajesen los niveles de la expresión hablada o del pensamiento, fenómeno que ocurre en variospasajes de La hechizada. En la novela chilena las obras tardías de Alberto Blest Gana introducenel recurso que en la historia del género se debe al papel esencial que Flaubert tiene en esteaspecto. El asunto ha sido destacado por Martínez Bonati, Félix en “El sentido histórico dealgunas transformaciones del arte narrativo”, Revista Chilena de Literatura 47 (1995), pp. 9y ss. Un desarrollo más amplio de este aspecto ha sido tratado por el autor en “El sistema deldiscurso y la evolución de las formas narrativas”, Dispositio, V-VI (1979).
equipararía epifánicamente la relación macho hembra y el dominio de uno sobreotro, en sentido amplio. Sin duda que la proyección desde el mundo natural funda-menta la explicación en el relato del dominio de esta realidad sobre la humana y sepropone a la vida como imagen que reitera la norma natural. El asunto es que ambasmatrices apuntan a aclarar el sentido de la inútil independencia de Humilde ante el“zángano” y sí el sometimiento ante el gavilán. Desde esta perspectiva, una de lascuestiones de mayor evidencia poética en esta nouvelle es la renuencia de la vozfundamental a tomar, discernidamente, partido por una u otra postura. La clásica“sanción naturalista” no está afirmada en un discurso interpretativo y perspectivaindependiente de los personajes, aun cuando éstos y especialmente la mujer, aportensu comprensión de la vida natural y la humana, a partir de una conexión analógicaevidente. El canto de Humilde, en la visita de Baltasar a “El Pantano”, sanciona eldesbalance de ambas percepciones en favor de la sumisión de “la paloma” ante eldominador y, por tanto, la identificación personal de su condición de dominada poruna fuerza (Saúl) se cierra como un factor determinante absoluto.
La ensoñación de Baltasar, relativamente ausente a esta secuencia de relacio-
nes animadas poéticamente en el texto, reafirma su carácter de extraño en el medio,ajeno a la condición del campesino y de los dominios “conceptuales” del paradigmadel mundo natural. Una vez que se entera por Juan Ramón de las sucesivas muertesy peligros a que arteramente son conducidos los pretendientes de Humilde, disciernela necesidad de confrontar al adversario ante el bien deseado. El desarrollo de lahistoria impone, a partir de este momento, la lógica de la confrontación. Baltasar,como hombre de la ciudad, representa, en un nivel relativo, al individuo civilizado,pero su límite temperamental y apasionadamente ciego lo pone en situación de dis-puta ante el inminente desafío que prepara y proclama insidiosamente Saúl.
“Él anda diciendo que desafía a los huainas de diez leguas a la redonda a que
le pasen a su caballo alazán. Y cuando le hablaron del ‘Tordo’ de su mercé, icen queijo, mostrando los dientes… ‘Es güeno el chuzo; pero para que a mí me pase senecesita que el jinete sea un hombre, no un ñecla cualquiera’”10.
La parte visible del mundo sugiere estas observaciones que animan la tensión
dramática de la historia. El “dicen que dijo”, pronunciado por la voz de Juan Ra-món, señala los canales de comunicación con que el discurso directo trasmite allector la bravata de Saúl y señala un recurso propio del medio al ocultar las eviden-cias objetivas de los agentes originales del discurso.
La típica fiesta de topeaduras del campo chileno adopta en la narración la
forma y características de un duelo caballeresco. La retórica del discurso, no exenta
10 La hechizada, ed. cit., p. 86.
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de ironía, proclama un duro encuentro en la que el desafiante mostrará su rostro ydestreza en la lucha para abatir en fiesta pública y bárbara al rival. Recupera sudistancia épica la voz narrativa y toda la situación es relatada desde una acentuadaperspectiva distante tanto en la temporalidad del discurso como en la selectiva ex-presividad del lenguaje: “Erguido sobre su negro corcel, Baltasar recordaba vaga-mente a un caballero de los tiempos heroicos”11 y más adelante: “En medio de unanube de polvo, que comenzó a disiparse, apareció entonces Saúl como un caballerode los tiempos medievales en el momento de presentarse en la arena”12.
Lo destacable de la situación es el artificio poético que introduce Santiván
para dar jerarquía a la preparación “dramática” que origina la presencia del intruso yde la lucha que se avecina. Baltasar, informado del peligro que corre como preten-diente de una mujer fatal, se dispone a torcer el destino de los hechos –y el de Humil-de– y encarar la situación, pretendiendo asumir una ingenua asimilación a la vidacampesina. Una vez producido el desafío y sentadas las cosas más allá del terreno dela ilusión, la novela encamina el discurso por la vía del duelo entre caballeros yciertamente la fundamentación novelesca y cultural es la disputa por la dama. Eneste sentido, sobresale una retórica que engalana parcialmente el texto y genera laimagen prestigiosa de la lucha en los términos expuestos. Tanto la exposición narra-tiva –detalle completo de la apostura de ambos combatientes y el clima “heroico” depruebas anteriores a la lucha– como el discurso desafiante de los contendientes,ponen una nota de intensidad dramática propia de la escena de un cuento breve13. Elmomento, además, está presentado en su totalidad con la precisa noción de un realistatorneo campesino. Sin embargo, como es de prever, el duelo pierde buena parte de sucarácter libresco14. La imaginaria gesta entre caballeros termina en una salvaje riñade fuerza e instinto, con la esperada actitud vengativa de Saúl. El triunfo de Baltasarsupone, en rigor, otro engaño en las expectativas del personaje y en gran medida laprevisión de Dolores acerca de la muerte del familiar antiguo por asuntos de amor, haestado a punto (o no termina) de repetirse15. La derrota de Saúl, ciertamente, no tiene
11 La hechizada, ed. cit., p. 88. 12 La hechizada, ed. cit., p. 93. 13 La hechizada, ed. cit., pp. 88-91. 14 Es por eso irónica la expresión del narrador al contar que: “Bajo el cielo ardiente, aquél
parecía un cuadro de los tiempos pretéritos, cuando los hombres rudos se encontraban en lapalestra para dirimir sus contiendas sin ayuda de la justicia humana”. La hechizada, ed. cit., p. 98.
15 Enterado Baltasar de la rebajante expresión con que su rival lo desafía, siente que “bullían
en su sangre las combativas energías de sus antepasados” , y doña Dolores, vestido el jovenpara la pelea, advierte entusiasta el “increíble” parecido de Baltasar con su tío, pensamientosque se arraigan en los principios naturalistas que rigen la novela. La hechizada, ed. cit., p. 82.
como consecuencia la marginación de los terrenos de su dominio, a pesar de la alu-sión que antes de la lucha menciona, sin nombrar, la causa real de la disputa compro-bada por la impresión de los espectadores del torneo:
“Comprendían los huasos que se trataba de odios más enconados que los desimples rivales de lucha deportiva, y que esos dos hombres se disputaban unpremio superior a los comunes”16.
Favorecido por la justicia ante un crimen de comprobación indudable, esta
especie de cacique, sostendrá en el medio el imperio del instinto sobre la razón. Humilde permanece sometida, pero Baltasar, enceguecido por la perspectiva deltriunfo, supone que el conflicto de la mujer puede ser superado bajo el alero de suprotección y de un amor ilusorio y “romántico”. Al día siguiente de “la jornada desangre y pasión”, una suerte de simbólica restitución de sí mismo lo conduce demadrugada a exprimir las ubres de una vaca blanca y beber con un vaso de leche“supersticiosa fruición”. El hecho tiene el peso de una doble proyección significati-va. Recuperar en el alimento primordial una pureza perdida que singularmente serefleja en el amanecer campesino. Por otra parte, sentir que esa pureza le perteneceen el extravío misterioso de un mundo malevo y de marcado demonismo. Sin duda,no es ajena esta imagen a la situación fuera de dominio que aqueja a Humilde. Lacarta que le envía Baltasar no tiene respuesta, porque la imperiosa fuerza de lascircunstancias deja sentir su peso en la voluntad atrapada de la mujer. Prevé encon-trarse con su tía y luego con Humilde y sus padres. Dolores, en la austera habitaciónque recuerda “otros tiempos”, lo recibe y le expone el rigor de su ancestral sabiduría. Llama al inexperto sobrino a encaminar su actuar por la razón y a frenar su heredadoy peligroso ímpetu. Junto con sostener la emoción, aparece en voz de la señora elobjetivo dictamen de la razón y la de las leyes de la vida. Le habla del peligro desustraerse del imperio de esas leyes, pues rigen con secreta sabiduría el destino delos hombres. En esencia, lo conmina a dejarse llevar por la cordura y no caer bajo elimpacto ilusorio de la belleza de Humilde ni del ignorado camino de las diferenciasque el medio ha impuesto en cada uno. Baltasar es un hombre de la ciudad, de edu-cación elevada, que sentirá el impacto de las diferencias ostensibles entre él y lamujer. Ante la agitación de Baltasar, la tía revela otro hecho que no tiene evidenciaen la novela, pero que aparece como uno más de los antecedentes del tipo de vidaoculta que en distintos niveles se advierte en los personajes campesinos. Cuestionala fidelidad amorosa de Humilde debido a lo que “las lenguas murmuran” y asesta
16 La hechizada, ed. cit., p. 96.
EL REALISMO ARTÍSTICO DE LA HECHIZADA DE FERNANDO SANTIVÁN
un duro golpe a la ciega ingenuidad de su sobrino: “Dime, hijo, ¿te consta que esajoven es sólo la novia de tu rival? ¿No crees que…?”17
La inestable situación originada en el rumor, afecta a Baltasar, conminado
por la tía a observar y reflexionar. El anhelado encuentro con Humilde remata la fasede desilusión que castiga sus débiles expectativas. En medio de lo que parece ser unhabitual encuentro entre la mujer con Saúl en “El Pantano”, Baltasar se desengañaduramente de sus pretensiones de matrimonio. Desde una ventana observa el cuadroiluminado por el sol y el huerto pletórico de riqueza natural y en la simbólica pleni-tud de ese objetivo momento ve a Humilde rendida ante Saúl. Solo la desilusiónfinal abre un camino de desencanto, aunque no a una comprensión última de la sin-razón de los hechos.
En este camino, la señora Dolores es una figura central en la obra y es depo-
sitaria de la perspectiva ideológica que orienta los hechos por la senda de la razón yla cordura. En varios sentidos representa la historia de una estirpe prestigiosa y de-gradada, pero al mismo tiempo, una modalidad de existencia heredada de sus ante-pasados hispánicos. Su figura es más bien positiva, puesto que a diferencia de seme-jante situación en Zurzulita, su condición de “dueña de la tierra” obtenida por fran-quicias vinculadas al prestigio de la sangre y de la herencia, la hacen sobresalircomo la voz de la conciencia luminosa del mundo.
El recuerdo de la recepción a su llegada al campo y los tributos que recibe en
reconocimiento, más por su imagen matriarcal que de dueña de la tierra, la vinculanindirectamente a la historia escrita respecto de las posesiones heredadas y comparti-das. También de esta situación surge la otra historia, aquélla que podría en este casodar cabida a la característica exposición documental de la novela moderna y en par-ticular de la naturalista. Queda como una referencia deducible y concreta, pero queel lector integra como un dato inserto en la totalidad del mundo y que en su breve-dad, juega a favor de la contención informativa de la obra. Otro hecho fundamentalse relaciona con su perspectiva de mundo, su conocimiento de lo real verdadero, lasprofundas nociones que aporta para el resguardo de la vida, la existencia y precarioequilibrio que en el ámbito de la tierra existe, entre el hombre de afuera, el extraño,y el mundo natural. La repetida historia que relata a Baltasar acerca del mal destinode un antepasado es un indicador del riesgo latente de habitar en esa realidad y ponela imagen de la civilización en un espacio de inadecuada presencia en el campo. Seentiende que ella misma habita circunstancialmente en el lugar. Semiabandonado,sabe que no es fructífera ni su presencia ni la lucha contra la voracidad del medio. Sin embargo, esa es la razón suficiente que la sitúa en la novela como conductora de
17 La hechizada, ed. cit., p. 103.
la razón que se opone a la fuerza sin control de los ímpetus de la naturaleza y delregulamiento que en el mundo animal se impone como perspectiva de la vida rural. Ajena a los dictados de la civilización, la fuerza constructiva de ésta queda supedita-da a la imposición de otra que avasalla toda conducta luminosa, como ocurre con lainútil pero preventiva advertencia a su sobrino, agente romántico e ingenuo de unacultura que es desarticulada en el ámbito agrario. La propia Humilde extraña la exis-tencia en la reclusión conventual, cuando la vida del campo implica un sometimien-to mayor e insuperable por la presencia de Saúl. Éste es, sin duda, una fuerzademoníaca que domina en el primitivo ámbito de la conciencia y quienes lo conocenguardan la distancia que se debe a un ente destructor e imperativo.
De esta manera, la novela mantiene la primacía de la función de la literatura
como fuente de conocimiento verdadero acerca de un tipo de realidad irónicamentedesvirtuada bajo el prisma de tópicos como la tierra prometida, el lugar ameno, eincluso, próximos al ejercicio quijotesco de enderezar caminos extraviados y desen-cantar doncellas idealizadas. El título de la obra es un llamado al lector a interpretarla presencia de Baltasar y su acción en el mundo, en un nivel de comprensión que escultural, en el sentido de ser portador de la tradición de la aventura, en el marco deespectros literarios que imponen a la obra un sostenido mundo de referencias librescas,más allá de la calificación de sencilla historia campesina con la cual la elogió lacrítica. O también admitir que la civilización es la forma conceptual válida según losparámetros vigentes para la novela moderna hispanoamericana en el periodo natura-lista. El prisma del personaje es ése y el del relato, desde la concepción totalizadoradel autor, admitir que varios de sus modelos internos provienen de la tradiciónliteraria. La escena inicial entre Dolores y Baltasar focaliza impresionistamente lahabitación donde dialogan y la pared muestra repetidamente otra escena, la de dospastores en trance de un lance amoroso y un tercero, que escondido acecha y suponeuna discordia latente. El motivo descrito es una epifanía y somete al juicio del lectorvarios pasajes de la historia, entre otros, el de la mirada escrutadora de Saúl que sesospecha escondido entre la vegetación, en el momento previo al enamoramiento deBaltasar. El aguijonazo de la abeja que “ataca a los extraños” y el duelo caballerescodesarrollan el motivo y sientan definidamente la concepción artística de la novela deSantiván. La experiencia por los caminos campestres entre Baltasar y Juan Ramónrepite, en cierto modo, la del andar quijotesco dando lugar a la oposición, ilusión yverdad de la cual, en parte, resulta revelador el joven campesino. Además, la remi-sión a los romances caballerescos en la disputa de amor y las imágenes pastorilesanimadas en las conciencias de Baltasar y Humilde cuando en “El Pantano” transi-tan por el “lugar ameno”, ofrecen una muestra de la línea vertical que asume Santiván
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desde el prestigio de las formas literarias clásicas y de la primacía del Quijote comonovela moderna. Esta inserción de códigos y tópicos crean un nivel de realidad conuna orientada pretensión ya de autonomía de la novela. Sin embargo, uno de lossignos característicos de la novela chilena moderna es la degradación del mito, el dela aventura heroica y su fracaso, y en último término el de la desmitificación de lapatraña novelesca, volcada ahora hacia comprobaciones que sentencia la sabiduría yraciocinio de una anciana.
Los argumentos de doña Dolores al comienzo y fin de esta singular nouvelle,
dejan en pie el valor del reconocimiento verdadero que contradice toda expresiónfundada en el sentimiento, la pasión o el instinto. Baltasar en su encono, gana ypierde y la aplacada luz de la conciencia, debe ser iluminada por la de su tía. Ladesilusión como caída de la fantasía poética que anima la perspectiva del personajeno es otra que la retirada de un sistema cultural que es modificado en sus parámetrosreales por la razón y la ciencia. La novela se constituye entonces en un instrumentopolivalente, con acento en su función cognoscitiva pero a partir de una notoria orien-tación estética y cuyos instrumentos internos son los referentes literarios y la litera-tura como tradición. En una medida importante el discurso que rememora tiemposantiguos en varios órdenes, sufre la modificación de su perspectiva al estar circuns-crito a otra retórica que sustantivamente ha desacralizado con las fuerzas ciegas deltemperamento, la extensa tradición del motivo del amor y sometido a la regla naturalde una bárbara sumisión a los modelos de vida animal, superadas por la reflexióncivilizada que con sabiduría y conocimiento verdaderos impugnan el descolocadoinstrumento de la existencia natural.
A modo de demostración, la mano diestra de Santiván aporta indicadores sim-
bólicos a la novela en varios niveles de lectura. El espacio, concretamente, denomi-nado “El Pantano” lugar en que habita Humilde y territorio de Saúl, remite a lavisión de un lugar primordial y primitivo, fuente de vida larvada y reducida a laestrechez de su inconsistencia vital. Otras interpretaciones la relacionan con la des-composición del espíritu y en la literatura caballeresca y artúrica, con impedimentosdrásticos que anulan las posibilidades elevadas de realización de la aventura18. Laconsonancia encuentra vínculos con el sistema de representación naturalista y eneste particular caso con las frustradas pretensiones del héroe. En estos aspectos estánpresentes, entre muchas, varias de las razones que fundamentan la cuidadosa elabo-ración de esta nouvelle.
18 Vid. Cirlot, Juan Eduardo, Diccionario de símbolos. Barcelona: Labor, 1981, p. 354.
La idea de novela artística tiene una cuña que, según Francisco Contreras,
nace del requerimiento de crear otro tipo de narración que define como “novelaintegral y lírica”, abierta a niveles más sugerentes de realidad, artísticamente hablan-do, o de otras concepciones de mundo que limitaron los modelos vigentes. En estemarco de pensamiento sobre el destino del género narrativo en Hispanoamérica, laidea de Contreras parece tener una impronta profética que, visto desde otros puntosde vista, podría entenderse como el camino que adoptará más plenamente la novelacontemporánea. La idea expuesta al concluir el Proemio fundamenta su concepto delgénero:
“Es menester que los novelistas se propongan en fin interpretar la humani-dad integralmente, esto es, en su existencia material, sentimental e ideológica,a la vez que en su vida recóndita, oculta, subconsciente, tratando de destacar,de la banalidad aparente del cotidiano vivir, todo el inmenso e inquietante mis-terio humano. Pero es necesario también que procedan por síntesis, por selec-ción, por escorzo, eliminando lo inútil y lo insignificante, para construir, en loposible, con elementos esenciales, como lo hacen los líricos, a fin de entrañarsignificación trascendental y perdurable”19.
Las reflexiones contenidas en este ensayo encuentran un lugar en la novela
chilena, que en cierto momento tiende a reordenar el imperativo de la perspectivanaturalista del periodo y entender a la escritura como acto creativo, de marcada ex-presión lírica en un amplio sentido y que permite sustentar primordialmente la fun-ción estética de la literatura. La hechizada se muestra como una obra de variadosregistros en su constitución textual, exigiendo del lector una afirmación meditadasobre aquello que fue la tónica de la crítica acerca de su condición de obra sobresa-liente en la producción de Santiván. Esta nouvelle antecede en cuatro años a la apa-rición de Zurzulita y Alsino, y otros más, a Un Juez rural, El hermano asno y Elsocio, novelas que abren un camino de reflexión internamente expuesto en su propiodiscurso poético y comienzan a señalar un curso renovado a la novela chilena en ladécada de los años veinte.
19 Contreras, Francisco. El Pueblo Maravilloso. Proemio. Ed. cit., p. 237.
EL REALISMO ARTÍSTICO DE LA HECHIZADA DE FERNANDO SANTIVÁN
El objeto de estudio de este artículo es el relato La hechizada de Fernando Santiván, nouvelle natura-lista que narra una historia de amor imposible en el medio rural chileno. Nos interesa destacar el altonivel artístico logrado en la breve disposición de esta obra, su carácter marcadamente escénico y elvínculo conflictivo entre el hombre y la vida campesina. Destacamos, además, la relación de la obracon la tendencia mundonovista en la novela chilena de comienzos del siglo veinte. THE ARTISTIC REALISM OF FERNANDO SANTIVAN’S LA HECHIZADA
This article studies Fernando Santiván’s story La hechizada, a naturalistic nouvelle set in the Chileancountryside which tells the story of an impossible love. Our interest is to highlight the outstandingartistic level achieved within the limited form of this nouvelle, its markedly scenic character, and theconflictive relationship between man and life in the countryside. The relationship of this work to theprinciples of the “New World” movement (mundonovismo) of the early twentieth century is also broughtto bear in the interpretation of the story.
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