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Colección del Melón
Colección del Melón
Punta, Teresa Señales de vida : una bitácora de escuela / Teresa Punta ; dirigido por María Emilia López. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Lugar Editorial, 2013.
90 p. ; 23x16 cm. - (Del Melón / María Emilia López)ISBN 978-950-892-444-5 1. Educación Inicial. I. López, María Emilia, dir. II. Título CDD 372.21 Diseño de tapa: IstvanschFotografía de tapa: Andrés Santamarina Diría a Teresa, a José Antonio, a José Luis, a Gabriel, a Diego, a Pablo, a Carmen, a Micaela, a Agustina, Coordinación editorial: Juan Carlos Ciccolella a Amanda, a Gisela, a Delfina, a Federico, a Juanito, Edición de textos al cuidado de María Emilia López a Allegra, a Georgina, a Marisa, a María Clotilde, a Mónica, a Claudia, a Silvia, a Guillermo, a Sergio, a Martín, a Jazmín, a Celeste, a Elizabeth, a Javier, a Anahí, a Valentina, a Malena, a Elina. Y entonces… agradezco y dedico este libro a todos aquellos con los que el encuentro me fue tan luminoso que me produjo preñeces. de las fotografías, Andrés Santamarina, 2013 A los niños que me nacieron de esos encuentros. Queda prohibida la reproducción total o parcial de este libro, en forma idén-tica o modificada y por cualquier medio o procedimiento, sea mecánico, informático, de grabación o fotocopia, sin autorización de los editores.
ISBN: 978-950-892-444-5 2013 Lugar Editorial S. A.
Castro Barros 1754 (C1237ABN) Buenos AiresTel/Fax: (54-11) 4921-5174 / (54-11) [email protected] / [email protected] www.lugareditorial.com.arfacebook.com/Lugareditorial Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723Impreso en la Argentina – Printed in Argentina Prólogo
¿Cómo serían las cosas y las personas antes de que les hubiéramos dado el sentido de nuestra esperanza y visión humanas? Debía de ser terrible. Llovía, las cosas se empapa-ban solas y se secaban, y después ardían al sol y se tostaban en polvo. Sin dar al mundo nuestro sentido humano, cómo me asusto. No sabía por dónde empezar, había quedado empapada de me- táforas; la lectura continuada de cada capítulo en su versión final me había instalado en otra dimensión de la escuela para la que cualquier palabra más corría el riesgo de la impertinencia. Un signo preestablecido, o “la pieza gastada que se me pone en silencio en la mano” cuando quiero comunicarme, decía Mallar-mé. Comenzar por el lenguaje, matar las palabras (o acorralarlas en tanto significantes dados), tal vez un eco de los actos de imagi-nación que los chicos despliegan en este libro.
Por esos días había leído un libro de Diego Tatián, del que una afirmación casi musical me acompañaba insistente: “La igualdad permite que haya otros. La igualdad es el reino de los raros”1. Me pareció necesaria, y me llevó directamente al prólogo que tenía por delante escribir.
La Escuela 4 y sus alrededores, donde se desarrolla la mayoría de las escenas que vamos a compartir, es una especie de laboratorio de la igualdad, una sala de ensayo donde los preceptos de la escuela se enfrentan insistentemente con los estereotipos del lenguaje.
“Como idea filosófica, la igualdad se opone al privilegio, no a la excepción; a la desigualdad, no a la diferencia; a la indiferencia, no a la inconmensurabilidad; a la pura identidad cuantitativa que torna equivalentes o intercambiables a los seres, no a las singularidades irrepresentables.”2 Dormir abrigado en la cocina de la escuela (en horario de cla- ses), izar la bandera mentalmente, realizar una planificación di-dáctica de acuerdo al ritmo de las mareas, deambular de aula en aula buscando la opción de aprendizaje más oportuna en ese momento, o la situación que más aloje, o lo que sea que resulte 1. Tatián, Diego. Lo impropio. Editorial Excursiones. Buenos Aires, 2012.
2. Ibíd.
interesante, transitar por la escuela los meses de cosecha y nada actividad con ellos, que pudiera registrarse fotográficamente, y más… Escenas que desafían los contenidos de la caja de posibles que estuviera ligada a la singularidad de esta experiencia.
desde el punto de vista escolar, historias que saltan por sobre los Fue así como invitamos al fotógrafo Andrés Santamarina, quien límites del curriculum, de la integración, del respeto a la diversi- viajó a Rawson y realizó un taller de dos días con los chicos de la dad como preceptos. Y además, postulan entre sus fines la felici- escuela. Lo llamó “Taller de mirar”. En parte fue una exploración sobre la fotografía estenopeica, también una propuesta de juego sobre la mirada, transitando el extrañamiento, investigando sobre La Escuela 4 es también la casa de un grupo de docentes que la luz, sobre los modos de ver. Encontrarán más información en el exploró los modos de estar juntos, más allá del cuerpo y la pala- bra. Estar juntos en tanto seres capaces de penetrar un problema, hacerlo propio y construir colectivamente esbozos de nuevos sig- Decía al principio que me costó encontrar las palabras. Tal vez nificados. Con esto me refiero a algo poco común en la escuela: porque son tantas las imágenes potentes que este libro ofrece que “inventar” el modo de leer una situación, es decir correrse de los cualquier demora puede convertirse en una pérdida. No hace fal- sentidos previos, de las marcas de lenguaje que nombran –y por ta nada más, Señales de vida. Una bitácora de escuela fue para mí lo tanto constituyen– los problemas. Si la igualdad se equipara a como lectora y editora pura ganancia. Por contundencia, y por homogeneidad, muere la diferencia; entonces la escuela es inva- dida por “los raros”, a los que hay que nivelar, y cuando no expul-sar. “Hay que cuidarse de dejar que la mente se vuelva una mente ‘dada’. Una mente dada, rígida, constituida, cuya actividad enton-ces se paraliza y se encierra dentro de su perspectiva, se vuelve sin saberlo un punto de vista”3, dice Jullien. ¿Cuántas acciones de las que organizan la vida en la escuela parten de una mente “dada”? ¿O acaso nos hemos puesto a pensar qué hacer con lo “no dado”, lo que se excede, lo que incomoda, más allá de intentar contenerlo dentro lo conocido? ¿Es posible vivir en un fluido de ideas donde cada situación encuentre su propia resolución, distinta para cada uno, singular y creadora? En la trama de este libro se tropieza una y otra vez con gestos de singularización, con búsquedas, estelas de creatividad, dolores y resoluciones amorosas y brillantes. Y digo “tropiezos” porque cada una de esos caminos es un desafío frente a las prácticas mayorita-rias, incluso frente a algunas de las expectativas de “buena escuela”. Sospecho que leer Señales de vida será un ejercicio vital para cualquier lector, que de estas páginas no se sale como se entró. Y antes de comenzar la navegación, sólo algunos comentarios acer-ca del ensayo fotográfico que encontrarán en el interior. Pensamos mucho en la presencia de los chicos en el libro, nos gustaba la idea de que a través de las imágenes se pudiera dar cuenta de sus procesos creativos, también de todo lo intenso que ustedes encontrarán en la lectura. Por eso decidimos realizar una 3. Jullien, Francois. Cinco conceptos propuestos al psicoanálisis. El cuenco de plata. Cuaderno de bitácora
–Mi mamá empezó a trabajar.
–Nació mi hermanita.
Hace falta en la vida lo que Nietzsche llamó “at- Y entonces aplaudíamos otra vez. Las noticias “de primera” ha- mósfera envolvente”. Aquello que da encanto a la cían nacer un aplauso diferente. El aplauso decía con su intensi- vida, que la enamora. Ilusiones, pasiones, amor, relatos, furias quijotescas, imposibles búsquedas, Casi nunca el aplauso nacía de “me compraron tal cosa”. Las inalcanzables deseos. Pueden no ser verdaderos noticias de primera son casi siempre de la piel.
pero se vuelven verdaderos en las vidas de quienes tienen el coraje de vivirlos. Paradójicamente, –Mi papá y mi mamá se separaron…–dijo Mauro.
quienes encarnan estas irrealidades son vitaliza- Hubo un silencio denso. Entonces él preguntó: dos por ellas. La vida debe ser sostenida y fecun- –¿No es una noticia “de primera”? Y un compañero empezó a aplaudir y vino el aplauso de todos, para darle ánimo a Mauro… para ofrecernos como compañía en el tránsito que él empezaba y en el cual ya muchos estábamos, y se armó sentada de charla sobre los papás separados. Cuando un ¿Cuándo empezaron?, nos preguntan.
tema nos urgía, cuando la charla no podía esperar, nos sentába- ¿Qué cambiamos?, nos preguntamos. ¿Cómo fue que fuimos mos a conversar sobre eso, en ese momento.
cambiando? ¿Qué éramos, qué somos? ¿Cómo es que lo fuimos pensando? 8:40 de la mañana y todos los chicos ahí aún con sus mochilas, Fueron sucediendo cosas, nos fueron sucediendo. Y en ese su- hablando de una noticia de primera que pedía paso inmediata- mente, que no podía esperar hasta mañana. Sucedió otra escuela, y seguramente otras sucederán.
Chicos de 5, de 6, de 9, de 11 años, pensando modos de transitar Las cuestiones más cotidianas y de todos los días (o de una vez mejor una situación que nos acontece, que no podemos evitar, que al año) se nos hacían vacías, y empezábamos a pensar cómo darles no facilitamos, que no es nuestra pero nos toca, que es nuestra y un sentido nuevo, no “llenarlas” de sentido.
nos duele, que después vamos a estar mejor, que todo lo que nos Queríamos cambiar lo que nosotras llamábamos “reflexionar” pasa después nos hace bien, que cuánto tarda en llegar “después”.
por un movimiento más alegre, algo que afirme, que cree, no mo-vernos en la pura sombra de lo ya pensando. La escuela me conmueve, está ahí sentada muy oronda, ha- No queremos seguir sosteniendo referencias antiguas que per- blando de que los papás de Mauro se están separando.
tenecen a problemáticas antiguas. Elegimos experimentar e inda- gar en los nuevos modos de existencia que nos van estallando a Dejarnos en los huecos, hacer espacio para lo que no teníamos ni idea de cómo encarar, pero hacer, de alguna forma, un poco nuestra cada situación, que cada cosa que pasa en la escuela nos Ya sabemos que no es muy novedoso, pero por ejemplo, en vez de cantar Aurora, cantábamos Sube en una bella versión de Mer- Muchos chicos, muchos adultos, muchas, muchas, diferen- cedes Sosa cada mañana al izar la bandera, y nos aplaudíamos al cias. El “sistema”, el edificio, los nombramientos, los horarios, el final. Como dándonos ánimo, como deseándonos belleza en el en- currículum, las dietas, las normativas, las licencias, los asuetos, las cuentro que acababa de empezar otra vez.
partidas, la documentación, las reuniones, todo nos era dado, ha- Y nos contábamos las noticias que teníamos, lo que nos rebal- bía una forma predeterminada, un modo, una manera ya prevista y también había un ojo atentamente dispuesto a vigilar que ésto fuera cumplido tal como era estipulado. Y nosotros ahí, con todos esos chicos de todas esas edades diferentes sin poder hacerlos y un accidente automovilístico. Y entonces, como decía más arriba, hacernos caber en casi nada de lo que el paquete de lo dado y es- A veces nos daba risa, a veces nos enojaba, a veces nos para- Comenzaron los nuncajamases. Y fieles a lo que empezábamos lizaba, y algunas veces nos desesperaba. Y empezamos a jugar, a reírnos, a pensar que podíamos hacer nacer otras formas en esos moldes.
• Nunca más, nunca más, nuncajamás íbamos a suspender a Se me puebla la memoria de imágenes de esos nacimientos, de • Y después de Cielo, nuncajamás un niño iba a repetir el grado.
esas búsquedas por construir continentes capaces de alojar las for- • Después de Ayrton, nuncajamás un niño iba a ser derivado de mas diversas y asistemáticas de nuestros chicos, de sus historias, nuestra escuela a una escuela especial.
• Después de Mauro nuncajamás íbamos a pensar que un tema El profesor de gimnasia le sacó una foto bella al frente de la es- que toque a un niño no era un tema que le compitiera pensar cuela y la pusimos como membrete de las notas que enviábamos. ¿Es una tontería? No nos lo parecía; cada nota, cada cosa que que- • Después de Emanuel, nuncajamás íbamos a suponer un solo ríamos decir salía con una foto celeste y luminosa de la escuela y en esa foto estaba el ojo del que la había tomado, la mano del que • Después de Frida, nuncajamás nos íbamos a cerrar en un úni- había pintado de azul la ventana, la paciencia de la que había he- cho el trabajo informático y el sol.
• Después de los porteros Marisa, Amalia, Juan, Pablo, Jorge, En esa foto estaba la puerta por la que entraban los proveedo- Patricia, Ariel, nuncajamás íbamos a saber con certeza que lo res y los chicos, los papás enojados a veces y contentos otras, las que había para aprender en esa escuela lo teníamos para en- maestras cansadas muchos días y con entusiasmo la mayoría, yo, la supervisora que nos controlaba y la que vino después, que nos • Después de ser treinta personas leyendo un viernes a las 18 hs. o 20 hs. o viendo una película un sábado a la noche, nun- En la foto estaba la puerta, y todo lo que por ella entraba y sa- cajamás creímos que sólo podíamos venir a la escuela cuan- lía. No era sólo un membrete, porque nosotros lo veíamos de otro Aprendimos a tejer y a destejer, y a empezar a tejer de nuevo. La Aprendimos a tejer. Empezó primer grado Rocío, la hijita de lana con rulitos de tanto estar puesta en otros puntos.
Malén, que nació mientras Malén era alumna nuestra, pequeñas las dos, una niña criando a otra niña. Malén mirándola desde el La escuela ofrece un juego, se pone en juego, se juega. Y ahora otro lado, haciéndole chau con la mano. La fila en la que Rocío en- –con este libro– se abre para mirarse y darse a ver. Para largarse traba al aula, uno atrás de otro con sus compañeritos, más que una a conversar. Para compartir. Para crecer con otros, intentando fila, se me representaba como una calesita, dando otra vueltas, y construir desde una escuela pública una alternativa educativa de convivencia. Y como una caja de sorpresas, creyendo a prio- Muchas lloramos ese día, todas parimos a Rocío.
ri que teníamos una oferta, se nos fue abriendo el asombro en recepciones.
Se murió Joaquín, en horario de escuela, fuera de la escue- la. Estaba “suspendido”. Suspendida su asistencia a la escuela. Atravesamos los saberes. Juntamos el cerebro con la piel, lo Se había portado mal. La escuela había seguido todos los pa- conceptual con lo actitudinal, la teoría con la práctica, las formas sos reglamentarios correspondientes y lo había sancionado con con los fondos, lo real con lo poético, las palabras con las imáge- una suspensión. Durante su ausencia, en horario de escuela, en nes, los rituales con las emociones.
horario en que Joaquín debía estar en la escuela, en horario en Y nacimos. La escuela que estaba, la de siempre, una nueva y que la escuela debía estar ocupándose de Joaquín, se murió en también, quizás, una que aún no conocemos. Un nuevo ámbito compuesto. Espacios paralelos y perpendiculares, de servicio y de –Hagan el ejercicio… quizás no les salga hoy, pero si cada día que encuentro, superpuestos y secuenciales, como laberintos, de puro llueve la izamos mentalmente, un día les va a salir, y ¡es hermoso! azar y planificados, con olor a papel de cuadernos, a aserrín con Suena la música, cierro los ojos y empiezo a izar la bandera gasoil pasado por las galerías, a arroz con leche “pregonado” los mentalmente, voy dejándome tomar por todas las sensaciones que me invaden, nos nace un clima especial, los chicos me miran, al-gunos se sonríen nerviosos, me da un poco de vergüenza, me sos- Y otra vez en cada aroma, en cada sonido, en cada luz que esta- lla se enhebran la historia, el imaginario colectivo del pueblo en el Mercedes Sosa termina de cantar y aplaudimos.
que la escuela vive, las reglamentaciones, con todo lo que nosotros Algunos pudieron un poquito, “yo voy a volver a probar”, “¿viste podemos hacer, con lo que nos imaginamos, con lo que nos sale, que todo lo que nos imaginamos “es”?”, siguen los comentarios.
con lo que sabemos, con lo que sentimos.
Cada vez que caían dos gotas, los chicos corrían a pedirnos que La escuela es para aprender y para enseñar. Entendimos que la icemos “mental”. Cada vez éramos más los que la izábamos, ya queríamos un encuentro amoroso con los chicos en sus sensibili- dades más que propiciar un encuentro de los chicos con los sabe- Una mañana, entra a la dirección Juan, uno de los porteros, res académicos. Más que, no en vez de. un hombre mayor, me hace acordar a mi padre. Estoy sumergida en los papeles y las cuentas, esa tarea me supera completamente, Izamos la bandera “mentalmente” cuando llueve. me agobia. Juan me dice que me quiere hablar, interrumpo para –Para que nosotros no nos mojemos, como llueve, la bandera la escucharlo, quizás otro chisme interno de la cocina, me invade un cansancio “suponedor”. Juan se saca la boina y la agarra entre Jorge es el portero y con una gran tranquilidad les decíamos esa las manos, delante de su pecho. Espera que lo habilite, debe tener frase a los chicos cada mañana que llovía. –¡Ah!, qué viva, se va a mojar mi papá –dijo Kiara, la hijita de Jorge que acababa de empezar primer grado.
¿Sabe Teresa? Yo le quería decir que a mí izar la bandera mental –Icemos la bandera mentalmente… –propongo–. Imaginemos el Silvia, la secretaria, estaba al lado mío pasando un fax; me paro ruidito de la roldana, el olor a tierra húmeda –gesticulo mientras y abrazo a Juan. Silvia también nos abraza, ninguno de los tres in- les hablo–. ¿Alguien más sabe izar la bandera mentalmente? tenta disimular las lágrimas, ninguno de los tres nos acordamos Risas nerviosos, miradas, “Tere no empieces”, comentarios. Los cuál es el río más importante de Asia, pero los tres izamos la ban- No lo digo en chiste.
–Hagamos así, yo la izo que sé, despacito… ponemos la músi- Les sacamos los piojos, les damos doble ración, los dejamos ca y yo la voy izando… y una vez que la icé mentalmente, nadie quedarse todo el día, les hacemos camperas a medida, y mientras puede decirnos que la bandera no está allí. Si viene la supervi- hacemos las cuentas, con la profunda convicción de que el afecto sora y nos pregunta “¿pero dónde está la bandera?”, nosotros le y los vínculos nos dan sentido y los ayudan a entender mejor “lo vamos a decir “ahí”, y si usted no la ve, tiene un problema con su Nos tomamos un avioncito de papel –volamos con la imagina- Todas las maestras nos reímos, estábamos leyendo juntas unos ción– y andamos por las complejidades del conocer, pero si un día artículos de Peter Pál Pelbart, filósofo y psicoanalista brasileño, no podemos las dos cosas, como somos escuela, sólo nos tomamos que hablaban de los “clichés perceptivos”.
el avioncito de papel, porque si los chicos saben andar por ese sue- –Ustedes inténtenlo también –miro a los más pequeños, creo lo, creemos que cualquier día, sin que siquiera nosotros estemos que son los que más posibilidades tienen de hacerlo; miro a las cerca de ellos para notarlo, puede germinarles un “saber”, puede maestras, las nombro, las invito una por una a izar la bandera Otras imágenes
Esperaba en la puerta de la escuela que me vinieran a buscar. También Camila. Había un auto parado ahí cerca con la patente EGC. Le pregunto a Camila si sabe lo que quiere decir. Ella va a 1º grado. Me dice que no. Le digo que quiere decir “El Gato Comió”. Entonces invento: está calentito, tranquilito en su casa. Camila se queda pensando.
–¿Cómo sabés? –me pregunta. –No sé –le digo–, lo invento. Al otro día, entra a la escuela corriendo y me llama. Me muestra la patente del auto de su mamá que espera impaciente, y me dice: –Adiviná qué quiere decir.
La patente era EEC. –No sé –le digo. –Es Ermosa Camila –me dice.
Juan Cruz conversa en la puerta de la escuela con Gonzalo:–¿Vos creés que vas a pasar de grado?–No sé.
–Yo sí voy a pasar. de prepo, y que me saquen si pueden.
Sonia se me acerca con una imagen de un pato. La consigna es clasificar una cantidad de animales según si vuelan, caminan, se arrastran o nadan. Me pregunta: Sonia se va, a los dos pasos se da vuelta y me dice: Valentina entra a la dirección y se sienta frente a mí. Gesticu- la exageradamente con la mano haciendo de avión mientras me cuenta que en las vacaciones de invierno va a ir a Buenos Aires y va a ir a comer a un lugar en donde le van a dar una caja con un juguete, que viene con una hamburguesa.
Eran los primeros días de primer grado y les entregué a los chi- Si cuento los porotos muchas veces, se rompen… tengo una cos unos papelitos pidiendo algunos datos personales. Javier a los decena de porotos rotos… dos decenas de medios porotos… ¿qué pocos minutos se acerca al escritorio y me muestra que completó hago? ¿Armo dos decenas de medios porotos o tiro una y me que- el espacio donde pedía el número de DNI. do con una decena sola? ¿Qué importa, las decenas o los porotos –Sí –responde. –Tiene dos veces el 8 –digo yo. –Sí, pero acá vale 8 unidades de mil y acá 8 decenas –responde nuevamente. Asombrada le digo: –¿Y el 4 cuánto decís que vale? Estábamos atravesando un momento complicado en la escue- Él mira un ratito el número y me dice: la, algo nos había pasado que requería de nuestros días completos; –¿Vos me lo preguntás porque no te lo sabés o porque querés estábamos cansadas y un poco angustiadas pues no podíamos en- contrar una salida. Una de esas mañana, Amalia limpiaba la direc- –Porque quiero saber si vos lo sabés –le digo. ción a mi alrededor mientras yo trabajaba. –¿Y?, ¿cómo estás? –me pregunta. –Bien, Ama –le respondo–, pero muy cansada.
–Y sí… – me dice–, esto es a cuerpo puesto.
Clara es la abanderada de la escuela. Vive en una zona rural bas- tante alejada de la ciudad desde donde llega luego de un viaje en colectivo y en los días de frío o barro se complica más. Le agrada Cuando pintás un cuadro, te imaginás qué podría estar pasan- que le avisemos con antelación cuando hay actos. Hemos notado do ahí. Cuando hacés una cuenta también pensás, pero es distinto que en esas ocasiones viene especialmente vestida, con zapatos, –dice Sebastián–; a la cuenta no le podés agregar nada, al cuadro le podés agregar hasta que vos quieras.
El día del acto del 9 de julio su familia retrasó el viaje de vaca- ciones de invierno para que ella pudiera cumplir con la escuela. Fue el día más frío del año y la temperatura descendía a varios gra-dos bajo cero.
Micaela cuenta lo que vio en la exposición: En el momento en que Clara ya estaba en la dirección prepara- –Los cuadros eran relindos. Vos podías encontrar formas aun- da con la banda y la bandera en la mano, entra a la dirección Maca- que fueran mamarrachos. Había una mancha redonda y vos po- rena (la primera escolta) llorando, acompañada por una maestra. Se había caído y se había lastimado la pierna, la mano y la cara, y se había ensuciado. Clara se acercó, le extendió la bandera y le dijo: –Lo primero que necesito hacer para hacerte el trabajo, es inspi- rarme. Lo segundo marcadores. (Claudia a la maestra de plástica) –A veces empezás haciendo un mamarrachito que en cualquier momento puede pasar a ser un dibujo. (Selena) –Yo me imagino cómo va a ser el dibujo y me sale bien. Por ejemplo me imagino un árbol con el tronco violeta. Dibujo el ár- Prólogo
bol, pinto el tronco de violeta y entonces lo que yo me imaginé en Cuaderno de bitácora .11
Capítulo 1
NEBAY. ¿Qué es aprender? .19
Les dábamos cada tanto a los chicos de primer grado una foto- copia con cuatro imágenes para ver cómo iban evolucionando sus Capítulo 2
hipótesis de escritura. Julieta escribía presilábicamente. La tercera FRIDA. La inclusión y la exclusión
–Esto ya te lo escribí mil veces, mirá… ¿ves?Y volvió a escribirlo.
Pequeñas indagaciones sobre la mirada
Texto y ensayo fotográfico de Andrés Santamarina .31
Capítulo 3
CIELO. La era de los deambuladores. .33
–Acá te traigo mi cuaderno –dijo Fermín entrando a la dirección–. Y mirámelo, dale, porque si no mi mamá no se deja de joder.
Capítulo 4
AYRTON. De un diagnóstico de ADD a las formas
amorosas de autorregulación. .41
Capítulo 5
CAMILA. La afectación recíproca y la construcción
de comunidad. .47
Capítulo 6
GABRIEL. Familia con familia .53
Capítulo 7
EMANUEL. Armando (y descubriendo) familias .59
Capítulo 8
RITA. Vaivenes de un tránsito asegurado. .71
Capítulo 9
MIGUEL. Un carozo con instrucciones. .77
Otras imágenes.85

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